viernes, 5 de septiembre de 2008
La parábola del matrimonio
Cuenta una vieja leyenda de los indios Sioux que una vez llegaron hasta la tienda del viejo brujo de la tribu, tomados de la mano, Toro Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, y Nube Alta la hija del cacique y una de las más hermosas mujeres de la tribu.
- Nos amamos - empezó el joven.
- Y nos vamos a casar - dijo ella.
- Y nos queremos tanto que tenemos miedo. Queremos un hechizo, un conjuro, un talismán. Algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos. Que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta encontrar a Manitú el día de la muerte.
- Por favor - repitieron - ¿hay algo que podamos hacer?
El viejo los miró y se emocionó de verlos tan jóvenes, tan enamorados, tan anhelantes esperando su palabra.
- Hay algo...- dijo el viejo después de una larga pausa -. Pero no sé...es una tarea muy difícil y sacrificada.
- No importa - dijeron los dos-. Lo que sea - ratificó Toro Bravo.
- Bien -dijo el brujo-. Nube Alta, ¿ves el monte al norte de nuestra aldea? Deberás escalarlo sola y sin más armas que una red y tus manos, y deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte. Si lo atrapas, deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de la luna llena. ¿Comprendiste?La joven asintió en silencio.
- Y tú, Toro Bravo - siguió el brujo - deberás escalar la Montaña del Trueno; cuando llegues a la cima, encontrarás la más brava de todas las águilas y, solamente con tus manos y una red, deberás atraparla sin heridas y traerla ante mí, viva, el mismo día en que vendrá Nube Alta...¡salgan ahora!.
Los jóvenes se miraron con ternura y después de una fugaz sonrisa salieron a cumplir la misión encomendada, ella hacia el norte, él hacia el sur.... El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaban con sendas bolsas de tela que contenían las aves solicitadas. El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de las bolsas. Los jóvenes lo hicieron y expusieron ante la aprobación del viejo las aves cazadas. Eran verdaderamente hermosos ejemplares, sin duda lo mejor de su estirpe.
- ¿Volaban alto?- preguntó el brujo.
- Sí, sin duda. Como lo pediste... ¿y ahora? - preguntó el joven- ¿los mataremos y beberemos el honor de su sangre?
- No - dijo el viejo-.
- Los cocinaremos y comeremos el valor en su carne - propuso la joven-.
- No - repitió el viejo-. Harán lo que les digo: Tomen las aves y átenlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero... Cuando las hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres.
El guerrero y la joven hicieron lo que se les pedía y soltaron los pájaros. El águila y el halcón intentaron levantar vuelo pero solo consiguieron revolcarse en el piso. Unos minutos después, irritadas por la incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre si hasta lastimarse. Este es el conjuro...
-Jamás olviden lo que han visto. Son ustedes como un águila y un halcón; si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose, sino que además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse uno al otro. Si quieren que el amor entre ustedes perdure, vuelen juntos pero jamás atados.
viernes, 29 de agosto de 2008
Tutankhamón
Tutankhamón accedió al trono con tan solo nueve años, tras la muerte de Akhenatón (su padre) , al estar casado con una de las hijas de aquel rey y de su esposa Nefertiti: Ankhesenpaatón, su hermanastra.
El corto reinado de Tutankhamón (diecinueve años) estuvo controlado por el general Horemheb y por Ay lugarteniente de los carros y "Padre del dios".
La inesperada muerte de Tutankhamón, con muchas posibilidades como: una caída, por la herida de un arma, por una enfermedad; planteó serios problemas de sucesión.
El rey no había dejado desendencia (aún cuando en su tumba fueron hallados dos cadáveres de recién nacidos).
El nombre Tutankhamón, significa "el rostro de Amón".
miércoles, 18 de junio de 2008
La mariposa
En Chaco, se encontraba una tribu muy pequeña. El cacique era Acawal, que a su vez era padre de Riksa, la más bella de todas las mujeres.
A ella le gustaba ir a caminar por los bosques y mirar a los animales, pero había uno que le llamaba demaciado la atención: el gusano. Siempre estaba observándolo y no comprendía porque tenía esa forma simple, mientras los demás seres vivos eran tan complejos.
Un día, fue con su padre y le hizo una pregunta:
-¿Porqué el gusano es así?
-¿Así cómo?- Preguntó el padre sin entender.
-Tan simple, tan feo- Respondió Riksa.
-Estas muy equivocada. Este animal es así por fuera, pero te puedo asegurar que por dentro es tan inteligente y bello como tú.
-Bueno, ¡si tú lo dices!
Riksa se retiró un poco disconforme, pero cuando salió de la aldea vio a un muchacho tan bello que se olvidó de todo. Este la vio y se acercó diciendo:
-¿Estas bien? ¿Cómo te llamas?
-Si, me llamo Riksa, ¿y tú?
-Yo soy Soka.
Riksa y Soka se miraron a los ojos y comprendieron que eran muy parecidos en belleza, por eso, siempre estaban juntos y se enamoraron.
Cierto día, caminando por el bosque Riksa vio un gusano y como Soka iva con ella, aprovechó para comentarle lo que pensaba, pero este llegó a la misma conclusión que Acawal.
La muchacha observó al gusano por un buen tiempo y decidió ir a preguntarle al hechicero sobre este. Cuando llegó al lugar le dijo:
-Hola, mi nombre es Riksa y quería hacerte una pregunta.
-Adelante- Respondió el hechicero.
-¿Porqué el gusano es tan simple y feo a la vez?
-¿Estás segura de lo que dices?
-Si.
-Te daré una oportunidad para descubrirlo y espero que la sepas aprovechar.
Y así, este transformó a Riksa en gusano, para que supiera lo que era.
Ella estaba muy enojada, pero no podía decir nada porque sería peor, por lo tanto se retiró y aprendió a vivir como este animal.
Después de muchos días el hechicero la llamó y le hizo la siguiente pregunta:
-¿Qué aprendiste?
-Que estaba muy equivocada. ¡Los gusanos son increíbles!
-Ahora, ya sabes que éste es como cualquier animal, y por la razón que lograste descubrirlo sola, te transformare en "mariposa", y desde ahora, los gusanos, luego de determinado tiempo también serán como tú.
Así, a Riksa le salieron unas grandes y hermosas alas y se convirtió en este ser vivo.
Acawal y Soka estaban muy preocupados por la desaparición de Riksa, pero días después vieron aparecer a un animal que jamás habían visto... La mariposa.
Ellos comprendieron que se trataba de la muchacha y supieron que este animalito era el más simple, pero hermoso que existía.
FIN
A ella le gustaba ir a caminar por los bosques y mirar a los animales, pero había uno que le llamaba demaciado la atención: el gusano. Siempre estaba observándolo y no comprendía porque tenía esa forma simple, mientras los demás seres vivos eran tan complejos.
Un día, fue con su padre y le hizo una pregunta:
-¿Porqué el gusano es así?
-¿Así cómo?- Preguntó el padre sin entender.
-Tan simple, tan feo- Respondió Riksa.
-Estas muy equivocada. Este animal es así por fuera, pero te puedo asegurar que por dentro es tan inteligente y bello como tú.
-Bueno, ¡si tú lo dices!
Riksa se retiró un poco disconforme, pero cuando salió de la aldea vio a un muchacho tan bello que se olvidó de todo. Este la vio y se acercó diciendo:
-¿Estas bien? ¿Cómo te llamas?
-Si, me llamo Riksa, ¿y tú?
-Yo soy Soka.
Riksa y Soka se miraron a los ojos y comprendieron que eran muy parecidos en belleza, por eso, siempre estaban juntos y se enamoraron.
Cierto día, caminando por el bosque Riksa vio un gusano y como Soka iva con ella, aprovechó para comentarle lo que pensaba, pero este llegó a la misma conclusión que Acawal.
La muchacha observó al gusano por un buen tiempo y decidió ir a preguntarle al hechicero sobre este. Cuando llegó al lugar le dijo:
-Hola, mi nombre es Riksa y quería hacerte una pregunta.
-Adelante- Respondió el hechicero.
-¿Porqué el gusano es tan simple y feo a la vez?
-¿Estás segura de lo que dices?
-Si.
-Te daré una oportunidad para descubrirlo y espero que la sepas aprovechar.
Y así, este transformó a Riksa en gusano, para que supiera lo que era.
Ella estaba muy enojada, pero no podía decir nada porque sería peor, por lo tanto se retiró y aprendió a vivir como este animal.
Después de muchos días el hechicero la llamó y le hizo la siguiente pregunta:
-¿Qué aprendiste?
-Que estaba muy equivocada. ¡Los gusanos son increíbles!
-Ahora, ya sabes que éste es como cualquier animal, y por la razón que lograste descubrirlo sola, te transformare en "mariposa", y desde ahora, los gusanos, luego de determinado tiempo también serán como tú.
Así, a Riksa le salieron unas grandes y hermosas alas y se convirtió en este ser vivo.
Acawal y Soka estaban muy preocupados por la desaparición de Riksa, pero días después vieron aparecer a un animal que jamás habían visto... La mariposa.
Ellos comprendieron que se trataba de la muchacha y supieron que este animalito era el más simple, pero hermoso que existía.
FIN
miércoles, 30 de abril de 2008
La aparición de la luna
Hace varios años, en Brasil, había una tribu llamada Tarím, a la que pertenecía una bella india llamada Luna, que amaba mucho a los animales. Paseaba todos los días por los bosques, y cada vez que encontraba a uno de estos, los alimentaba con una canasta llena de comida.
Cierto día, Karkú el cacique de la tribu Rácum, vió a Luna y se enamoró perdidamente. Decidió perseguirla todos los días.
Un día, Luna se dió cuenta que la seguían, y fue a ver quien era. Al encontrarce con Karkú, se asustó y salió corriendo. Ella entró en un bosque, y él la persiguió. La jóven decidió detenerse y preguntarle por qué la perseguía. Él le respondió que la amaba, y ella viéndolo a los ojos se enamoró.
Ellos tenían un amor prohibido, si el padre de Luna se enteraba los mataría, y así sucedió, su padre se enteró, y decidió matar a Karkú. Por esto, Luna se metió en el medio, y el padre vió el amor que le tenía Luna a Karkú, y los perdonó.
Karkú y Luna, iban al bosque a alimentar a los animales y jugaban a perseguirse. Luna corrió lo más rápido que pudo y sintió un enorme dolor en el pie, una serpiente la mordió, cayó al suelo. Karkú, al ver esto, fue corriendo a auxiliarla, y le dijo lo mucho que la amaba. Así fue como Luna murió; y se dice que todas las noches, para demostrarle su amor a Karkú, se ve una esfera brillante llamada "Luna".
Fin.
Esta historia fue hecha por mi y una amiga... Espero que les haya gustado!!
martes, 1 de abril de 2008
Dánae y Perseo V
Perseo corrió a liberar a su madre y a Dictis, su fiel protector. Salvados del tirano , los habitantes de la isla de Sérifos quisieron que Perseo reinara en su lugar.
-No- les respondió-. El único trono legítimo que tengo el derecho de reivindicar es el de Argos, mi patria. Allí regresaré.
El rumor de las hazañas del hijo de Dánae había llegado hasta Acrisio: ¡entonces su hija y su nieto habían sobrevivido! Para escapar de la profecía, Acrisio huyó y se exilió en la ciudad de Larisa; le importaba menos su trono que su vida.
Fue entonces cuando Perseo llegó a Argos y, en ausencia de su abuelo, reinó. Una noche, se le apareció Atenea. El héroe se inclinó ante la diosa; le devolvió su escudo y la bolsa.
-Contiene la cabeza de Medusa. ¿Quién mejor que tú podría usarla, ya que eres a la vez la diosa de la guerra y de la sabiduría?
-Acepto tu regalo, Perseo, y te lo agradezco.
Atenea tomó la cabellera de serpientes y la aplicó sobre el escudo que había permitido engañar a la gorgona.
Desde entonces, la cabeza de Medusa adorna el escudo de Atenea.
Mientras tanto, en Larisa, el rey de la ciudad acababa de organizar juegos. Aún en el exilio, Acrisio, el padre de Dánae, concurrió a las arenas para asistir a ellos. Se sentó en la primera fila. Enseguida se sintió intrigado por un joven atleta que, antes de lanzar un disco, quería a toda costa retroceder hasta el fondo del estadio.
-¿Qué teme?- preguntó Acrisio encogiéndose de hombros.
-Teme lanzar el disco demasiado lejos- le explicó su vecino- , y lastimar así a algún espectador.
Acrisio sonrió ante la pretensión del atleta.
-¿Quién es para creerse tan fuerte?
-Es el nieto del antiguo rey de Argos. Su nombre es Perseo.
Con sorpresa y espanto, Acrisio se levantó de su grada. Pero allá, en el otro extremo del estadio, el atleta acababa de lanzar el disco... El proyectil voló hasta las primeras filas; se abatió sobre la cabeza de Acrisio, que cayó muerto instantáneamente.
Así el héroe Perseo mató a su abuelo, por accidente.
Sin consuelo por el acto, fue reconfortado por Dánae.
-Hijo mío- afirmó-, tú no eres responsable. Nadie escapa a su destino. El tuyo es glorioso. ¿Y quién sabe su tus hijos no realizarán hazañas aún más espectaculares que las tuyas?
Dánae no se equivocaba: con su esposa, la bella Andrómeda, Perseo habría de tener una numerosa descendencia. Una de sus nietas, Aclmena, sería incluso, como Dánae, amante de Zeus. Y de esa unión de una mortal y un dios habría de nacer entonces el mayor y más célebre de los héroes: Hércules. (Es el nombre latino de Heacles. Lo empleamos aquí porque es el más popular) .
FIN
domingo, 16 de marzo de 2008
Dánae y Perseo IV
En cuanto se quitó el casco, las hermanas de Medusa comprendieron que habían sido engañadas. Salieron de la caverna y se lanzaron en su búsqueda. Perseo estaba listo para hechar vuelo con sus sandalias cuando Pegaso, a su vez, salió de la gruta relinchando.
De un salto, el héroe subió al caballo alado que voló por los aires. Con el rostro azotado por el viento, Perseo estaba radiante de felicidad, ¡había vencido a Medusa y estaba montando el más fabuloso de los caballos! De la bolsa que llevaba en la mano, se escapaban numerosas gotas de sangre. Cada una de ellas, al caer al suelo, se transformaban en serpientes. Esta es la razón por la cual hoy hay tantas serpientes en el desierto.
A la noche siguiente, Hermes se le apareció a Perseo. El héroe agradeció al dios por sus consejos y por su ayuda; le devolvió la hoz y le pidió que restituyera a las tres grayas el casco de Hades y las sandalias aladas; pero por supuesto se guardó la bolsa con lo que contenía...
Una noche, en el camino de regreso y mientras atravesaba una región árida y escarparada, Perseo decidió hacer un alto. Poco después, llegó un gigante. Esta vez se trataba de un coloso tan grande como un volcán, y mantenía curiosamente los brazos alzados.
-¿Qué haces aquí, extranjero?- gruñó-. ¿Sabes que estás muy cerca del jardín de Hespérides? ¡Rápido, vete!
-¡Estoy agotado!- explicó Perseo-. Déjame dormir aquí esta noche.
-De ninguna manera. ¡Mi trabajo no soporta la presencia de nadie!
Perseo no comprendía. Quiso defenderse.
-¿Cómo, te atreves a insistir?- refunfuñó el gigante adelantando un pie amenazador-. ¡Pequeña larva, haré de ti un bocado!
Entonces, el héroe sacó de la bolsa la cabeza de la gorgona cuyo poder, lo sabía, seguía intacto. ¡Se la extendió al gigante que quedó... pasmado! En un segundo, su cuerpo se había transformado en una montaña de piedra. Perseo exclamó:
-¡Era Atlante! ¡He petrificado al que cargaba al cielo sobre sus hombros!
Desde ese día, el gigante se vio liberado de su carga. Y el peso del cielo es soportado por la montaña que lleva su nombre.
Cuando Perseo llegó a la isla de Sérifos, corrió hasta el palacio a presentarse ante el rey Polidectes. Al ver a su madre, se preocupó. El soberano, furioso le lanzó:
-Dánae se escapó! Se niega a casarse conmigo. Se ha refugiado en un templo con mi hermano Dictis, el pescador. Espera la protección de los dioses. Estoy sitiando su guardia, no aguantarán mucho tiempo más. Y tú, ¿De dónde vienes?
-Señor- respondió Perseo-, he cumplido con lo que usted me pidió: le traigo la cabeza de Medusa.
Incrédulo, Polidectes estalló en malvadas carcajadas.
-¡Cómo! ¿Y entra en esa pequeña bolsa? ¿Pretendes haber matado a la gorgona? ¿Cómo te atreves a burlarte así de mi?
-Esta bolsa es mágica- dijo Perseo, que disimulaba mal su cólera-. Crece y se achica en función de lo que se mete adentro.
-¿La cabeza de Medusa allí adentro?- se burló el rey-. ¡Me gustaría ver eso!
-A sus ordenes, señor: hela aquí.
El héroe tomó la cabeza de Medusa y la blandió frente a Polidectes. El rey no tuvo tiempo de responder ni de asombrarse: se transformó en piedra en su torno. Y cuando los soldados y los cortesanos reunidos iban a arrojarse sobre él, Perseo les extendió la cabeza de la gorgona, ¡al punto que quedaron todos petrificados en ese mismo instante!
De un salto, el héroe subió al caballo alado que voló por los aires. Con el rostro azotado por el viento, Perseo estaba radiante de felicidad, ¡había vencido a Medusa y estaba montando el más fabuloso de los caballos! De la bolsa que llevaba en la mano, se escapaban numerosas gotas de sangre. Cada una de ellas, al caer al suelo, se transformaban en serpientes. Esta es la razón por la cual hoy hay tantas serpientes en el desierto.
A la noche siguiente, Hermes se le apareció a Perseo. El héroe agradeció al dios por sus consejos y por su ayuda; le devolvió la hoz y le pidió que restituyera a las tres grayas el casco de Hades y las sandalias aladas; pero por supuesto se guardó la bolsa con lo que contenía...
Una noche, en el camino de regreso y mientras atravesaba una región árida y escarparada, Perseo decidió hacer un alto. Poco después, llegó un gigante. Esta vez se trataba de un coloso tan grande como un volcán, y mantenía curiosamente los brazos alzados.
-¿Qué haces aquí, extranjero?- gruñó-. ¿Sabes que estás muy cerca del jardín de Hespérides? ¡Rápido, vete!
-¡Estoy agotado!- explicó Perseo-. Déjame dormir aquí esta noche.
-De ninguna manera. ¡Mi trabajo no soporta la presencia de nadie!
Perseo no comprendía. Quiso defenderse.
-¿Cómo, te atreves a insistir?- refunfuñó el gigante adelantando un pie amenazador-. ¡Pequeña larva, haré de ti un bocado!
Entonces, el héroe sacó de la bolsa la cabeza de la gorgona cuyo poder, lo sabía, seguía intacto. ¡Se la extendió al gigante que quedó... pasmado! En un segundo, su cuerpo se había transformado en una montaña de piedra. Perseo exclamó:
-¡Era Atlante! ¡He petrificado al que cargaba al cielo sobre sus hombros!
Desde ese día, el gigante se vio liberado de su carga. Y el peso del cielo es soportado por la montaña que lleva su nombre.
Cuando Perseo llegó a la isla de Sérifos, corrió hasta el palacio a presentarse ante el rey Polidectes. Al ver a su madre, se preocupó. El soberano, furioso le lanzó:
-Dánae se escapó! Se niega a casarse conmigo. Se ha refugiado en un templo con mi hermano Dictis, el pescador. Espera la protección de los dioses. Estoy sitiando su guardia, no aguantarán mucho tiempo más. Y tú, ¿De dónde vienes?
-Señor- respondió Perseo-, he cumplido con lo que usted me pidió: le traigo la cabeza de Medusa.
Incrédulo, Polidectes estalló en malvadas carcajadas.
-¡Cómo! ¿Y entra en esa pequeña bolsa? ¿Pretendes haber matado a la gorgona? ¿Cómo te atreves a burlarte así de mi?
-Esta bolsa es mágica- dijo Perseo, que disimulaba mal su cólera-. Crece y se achica en función de lo que se mete adentro.
-¿La cabeza de Medusa allí adentro?- se burló el rey-. ¡Me gustaría ver eso!
-A sus ordenes, señor: hela aquí.
El héroe tomó la cabeza de Medusa y la blandió frente a Polidectes. El rey no tuvo tiempo de responder ni de asombrarse: se transformó en piedra en su torno. Y cuando los soldados y los cortesanos reunidos iban a arrojarse sobre él, Perseo les extendió la cabeza de la gorgona, ¡al punto que quedaron todos petrificados en ese mismo instante!
domingo, 9 de marzo de 2008
Dánae y Perseo III
Perseo se deshizo en agradecimientos. Se puso las sandalias y se echó a volar con una torpeza que hizo sonreír a Hermes. El dios de los voladores le hizo una seña:
-Nos sacudas los pies tan rápidamente... El vuelo es una cuestión de entretenimiento... ¡Aprenderás enseguida!
Perseo, lleno de alegría, se dirigió hacia el poniente: ¡gracias a los dioses que velaban por él, ya no dudaba de que vencería a Medusa!
Atravesando bosques y ríos, se encontró con las ninfas, jóvenes divinidades de las florestas y las aguas. Encantadas por el coraje y el andar de ese joven héroe, le indicaron la guarida de las Gorgonas.
Cuando Perseo llegó al medio de un desierto y descubrió la entrada de la caverna, tembló de terror: alrededor no había más que estatuas de piedra. Allí estaban todos los que habían enfrentado a las Gorgonas y que habían sido petrificados por su mirada. Hasta aquí, Perseo no había medido la dificultad de su tarea: ¿ Cómo decapitar a Medusa sin dirigir su mirada hacia ella?
Sin embargo, se arriesgó en el antro oscuro, revoloteando. Penetró en el corazón de la caverna donde resonaban ronquidos. Luego vio un nudo de serpientes que se contorsionaban levantando hacia él sus cabezas que silbaban. Enseguida desvió la mirada y le murmuró, con el corazón palpitante:
-Las Gorgonas están adormecidas... ¡Los reptiles que tienen por cabellera van a revelarles mi presencia! No puedo de ningún modo matar a Medusa con los ojos cerrados. ¡Ah! Atenea- suspiró-, diosa de la inteligencia, ven en mi ayuda, ¡inspírame!
Una luz iluminó la gruta... y apareció Atenea, vestida con su coraza, y armada. Su mirada era bondad.
-Estoy conmovida por tu valor, Perseo. Toma, te confío mi escudo. ¡Enfrenta a Medusa sirviéndote de su reflejo!
Perseo se dió vuelta y comprendió de inmediato. Ahora, podía avanzar hacia los tres monstruos: extendía delante de sus ojos un escudo de la diosa, ¡tan liso y pulido como un espejo!
Las tres Gorgonas ya se agitaban en su sueño. Con su cuerpo recubierto de escamas y sus largos colmillos puntiagudos que erizaban sus fauces, eran en verdad horribles. Perseo ubicó rápidamente a Medusa, en el centro: era la más joven y la más venenosa de las tres. Retrocediendo siempre y guiándose por el reflejo del escudo, llegó hasta las Gorgonas en el momento en que esta se despertaba. ¡Entonces, dando media vuelta, blandió la hoz que le había prestado Hermes y la decapitó! La enorme cabeza comenzó a moverse y a saltar por el suelo. Durante un instante, Perseo no supo qué hacer. Luego tomó la alforja que le habían dado las grayas.
-Ay, ¡es demaciado pequeña! No importa, probemos...
Conteniendo su repugnancia, recogió la cabeza. Milagrosamente, la bolsa se agrandó lo suficiente como para que Perseo pudiera guardar en ella su botín. Después de lo cual, la alforja recobró su tamaño.
El héroe no tuvo tiempo de saborear su victoria: un ruido insólito lo alteró. Vio la sangre que brotaba a grandes chorros del cuerpo decapitado de Medusa. De aquella efervescencia rojiza surgieron dos seres fabulosos. Primero apareció un gigante con una espada dorada en la mano. Como Perseo retrocedía, el otro lo tranquilizó:
-Gracias por haberme hecho nacer, Perseo. ¡Mi nombre es Crisaor!
De la sangre de Medusa se desprendía, poco a poco, otra criatura, aún más extraordinaria: un caballo alado, de una blancura resplandeciente...
-Y eh aquí Pegaso- le dijo Crisaor-. ¡Ah... ten cuidado! ¡Las hermanas de Medusa se han despertado! ¡Están bloqueando el paso! ¡No... sobre todo, no te des vuelta!
Rápidamente, Perseo se colocó el casco de Hades. Se volvió invisible de inmediato. Desconcertadas, las Gorgonas se pusieron a buscar a su adversario. Y Perseo, con los ojos protegidos detrás del escudo de Atenea, pudo entonces escurrirse hasta la salida.
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